Destino final y toxicidad en el medio ambiente
Los nanomateriales pueden introducirse en el medio ambiente en cualquier etapa de su ciclo de vida, desde la producción de la materia prima, cuando se utiliza un producto que contiene nanomateriales o cuando un producto se recicla o se convierte en residuo.
Pero ¿qué sucede con estas pequeñas partículas una vez que se introducen en el medio ambiente? ¿Dónde acaban? ¿Pueden ser perjudiciales?
Los posibles efectos negativos de los nanomateriales dependen de sus propiedades, como el tamaño de partícula y la extensión de superficie y de las propiedades del entorno donde acaban introduciéndose. Por ejemplo, los niveles de pH, la temperatura o la presencia de sales o de otras sustancias.
Las propiedades de los nanomateriales condicionan sus efectos en el medio ambiente
Es necesario comprender las propiedades nanoespecíficas de estos materiales para evaluar de forma fiable cualquier impacto negativo que puedan tener en el medio ambiente.
Muy a menudo, las nanopartículas tienen diferentes procesos continuos de envejecimiento en el medio ambiente, incluso, simultáneos, por ejemplo, la transformación química que puede modificar su transporte, destino final y, en última instancia, su perfil ecotoxicológico y potencial de bioacumulación.
Todos estos factores dificultan la predicción de los efectos de los nanomateriales en diferentes entornos y la evaluación de peligros y riesgos es más difícil que para los productos químicos convencionales.
Los avances científicos colman las lagunas de conocimientos
Durante la última década se han hecho progresos constantes en el ámbito del destino final y el comportamiento en el medio ambiente de los nanomateriales. Esto ha causado que se colmen muchas de las lagunas de conocimientos existentes.
Las directrices de ensayo y los documentos de orientación desarrollados por la OCDE para las sustancias químicas convencionales también se aplican a los nanomateriales. Sin embargo, es preciso seguir trabajando para crear requisitos específicos que capturen completamente las características nanoespecíficas.
En la mayoría de los casos, los ensayos de toxicidad general como los de las directrices de ensayo de la OCDE ofrecen estimaciones del peligro fiables. Estos ensayos se centran normalmente en los efectos durante determinada etapa de la vida o durante toda la vida de un organismo.
Sin embargo, algunos de los resultados de los proyectos de investigación en ensayos no normalizados revelaron para algunos casos efectos en varias generaciones dentro de una especie o población. En estos casos, para algunos invertebrados acuáticos u organismos del suelo como gusanos o plantas, se detectaron pocos efectos o ninguno en los progenitores, mientras que en el caso de la descendencia se vieron afectados el crecimiento, la reproducción o la fisiología.
Es preciso seguir investigando para comprender mejor la forma en que los marcos de evaluación de riesgos actuales pueden abarcar estos efectos generacionales.
Ecosistema en miniatura para comprender las repercusiones ambientales más amplias
Los investigadores trabajan en nuevos métodos para ayudar a comprender las repercusiones a largo plazo. Un ejemplo es la evaluación de riesgos basada en mesocosmos. Un mesocosmos es un ecosistema en miniatura que intenta reproducir un determinado hábitat medioambiental con las especies clave.
El objetivo es determinar la exposición y el riesgo en un único experimento y durante varias generaciones.
Un inconveniente es que los métodos analíticos para vigilar las nanopartículas en el mesocosmos y otros ensayos más simples no suelen ser lo suficientemente sensibles para capturar completamente su comportamiento, información que es fundamental para relacionar los efectos con las propiedades de los nanomateriales.